Si pienso en el momento que empecé a leer fervientemente creo que fue cuando falleció mi padre. Gracias a él siempre arrastré amor por los libros, pero era una afición discontinua, más equilibrada quizás y menos obsesiva.
La lectura, desde entonces, se ha convertido en un bálsamo. Un bote salvavidas que a veces hace de refugio, otras de escondite, otras de ventanas por las que saltar, pero también en algo estrictamente necesario en TODOS mis días. Aire.
Me recomendaron «La ridícula idea de no volver a verte» de Rosa Montero hace más de un año (diría que incluso dos) y a mi me parecía meterme en la boca del lobo por tratar el duelo y la pérdida. Por mucho que se haya suavizado el dolor a veces despierta repentinamente y te invade una sensación de vértigo desesperante. Así que compré el libro y lo aparqué, para cuando estuviese más fuerte (ilusa).
Lo empecé en un repaso de estantería y, sorpresa, lo he leído en dos sentadas. Rosa Montero a través de los diarios de Marie Curie tras la muerte de Pierre, reconstruye la vida de la científica y todas las dificultades que encontró en el camino mientras las radiaciones la estaban destruyendo.
Sinceramente, a mí la ciencia no es un tema que me apasione pero ¡qué interesante! Se cuentan detalles muy curiosos tanto biográficos como de la sociedad en la época, sin necesidad de conceptos ni estudios previos.
No deja de ser un ensayo en el que la autora limpia sus lágrimas tras la pérdida de su marido. Pero, sin menospreciar este segundo plano, (que en realidad es el origen del texto) el duelo de Rosa parece intrascendente por la inevitable comparación con los acontecimientos en la vida de los Curie.
¿Recomendable? Mucho. Nadia casi siempre acierta. Gracias gallega.
Hace unos días terminé de leer la biografía de Dora Maar escrita por Alicia Dujovne Ortiz, titulada «Dora Maar. Prisionera de la mirada».
Para entrar un poco en materia Dora fue artista plástica, fotógrafa, pintora y escultora en el siglo XX. Y no sólo eso. Dora tenía una personalidad fuerte y peculiar marcada por la ironía y el sarcasmo. Era inteligente, curiosa y activista de los derechos humanos.
Fue amante de Picasso y un gran enigma después de su romance ya que se retiró de la vida social y se alojó en el cristianismo hasta el final de sus días.
Toda esta historia de mujer independiente que se «derrumba» (que se derrumba es muy relativo a mi parecer) me atrajo. Me atrajo como me suele atraer todo. Con ansia de leer, ver documentales, sus obras, sus fotografías… Y me enredo días hasta que llega otro tema del que aprender.
El libro en sí contiene bastantes datos de su vida y, por ende, de la vida de Picasso. Se pueden leer muchas anécdotas curiosas en las que van desfilando artistas y escritores de la época. Se analizan determinadas obras (tanto de ella como de él) durante el período de idilio. Las aventuras sexuales y liberales que se le atribuyen al surrealismo también son narrados de forma muy sutil. El estilo es elegante, a veces tanto que huele a rancio.
Que haya disfrutado de la lectura por el aporte de información no quita que esté en total desacuerdo con la visión de Alicia en el punto de atribuir a la relación con el artista el comportamiento de Dora, extraño y paranoico hasta su encierro voluntario. Tuvieron un tira y afloja bastante honesto y puntiagudo, por lo que se lee. Y el afloja se alargó, como tantas veces pasa. Esa es mi apreciación.
Lo gracioso es que, en general, el libro es bastante objetivo y llevadero. Los episodios están bien escogidos y contados pero cuando la autora se mete de lleno en exponer su punto de vista (qué menos que tomarse esa licencia después de años para documentarse, obviamente)… ¡ZAS! Jarro de agua fría.
La misma fotógrafa que inmortalizó el proceso de creación del Guernica se convirtió en la «Mujer que llora». Me aventuro a pensar que lloraría aún más si viera el enfoque que se da de su vida, siendo la víctima de un gran tirano según la autora.
Hoy es símbolo del «realismo sucio» pero lo cierto es que fue fuertemente criticado por su estilo agresivo y su temática marginal. Está claro que Bukowski no deja indiferente a nadie.
He indagado mucho sobre su biografía. Siempre lo hago antes de escoger qué libro leer de un autor. Y aquí os dejo las 10 curiosidades que más han llamado mi atención:
Su adolescencia fue marcada por el desarrollo de un acné extremo. Entró a tratamiento en un hospital público donde los médicos tuvieron que agujerear forúnculos llenos de pus en espalda, pecho y cara. Él recuerda esto como una tortura y escribió: “Experimentaban con los pobres y, si funcionaba, lo usaban para los ricos. Y si no, siempre había más pobres”. Durante un largo reposo en casa, como consecuencia de este tratamiento Bukowski comenzó a escribir.
Sobre la primera vez que probó vino –robado de los barriles del padre de un amigo- escribió: “Era mágico. ¿Por qué nadie me lo había dicho? Con esto, la vida era maravillosa, un hombre era perfecto, nada lo podía tocar.”
Su suegra, como muchos, no le entendía «¿Por qué tiene que escribir de ese modo? ¿Por qué lo hace?», «Trabajo bien durante botella y media, después de eso, soy como cualquier viejo borracho en un bar: un tipo repetitivo y pesado».
Se le encaró a Schwarzenegger en la fiesta de cumpleaños de un amigo en común «Eres un mierdecilla… ¿quién te crees que eres? Solo porque haces esas peliculillas de mierda, no eres nada especial cerote megalomaníaco».
Bukowski mantuvo una relación estrecha de amistad con el actor Sean Penn, quien en aquella época estaba casado con Madonna. En el poema “The dinner” narraba el encuentro con ambos (no dice nombres pero se trataba de algo obvio) en el que criticaba como dos estrellas se dejaban invitar a cenar por un escritor recién llegado a la fama. Se arrepintió, pero no logró enmendar aquello ya que la primera edición del poemario había sido lanzada.
Se sorprendió cuando descubrió que era capaz de escribir sin estar embriagado. Esto fue cuando le diagnosticaron leucemia y tuvo que abandonar el alcohol y el tabaco ¡Lo curioso es que lo descubrió con 72 años! (Y murió con 73)
Cuando le comunicaron que le quedaba un año de vida pensó que la meditación trascendental podía ayudarle. (¿Me persigue el budismo?)
Tres monjes budistas oficiaron su funeral y uno de ellos posó con su ataúd para ser fotografiado.
En su lápida se lee “Don´t try”
Hay una serie llamada Californication cuyo personaje está basado en Hank Chinaski, alter-ego de Bukowski en muchos de sus escritos semi-autobiográficos.
¿Tenéis más curiosidades de este autor? Estaré encantada de leerlas.