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30 DÍAS 30 LIBROS

Al no estar activa por aquí los últimos meses, no sabía cómo hablar de todo lo que he leído este tiempo atrás. Por tanto, he ido aplazando el momento hasta hoy. La bola de nieve está enorme, qué se le va a hacer.

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Así que, inspirada por el reto 30 días 30 libros, haré una especie de diario durante un mes, en el que iré hablando de los libros que he leído durante este año para así contrarrestar la ausencia.

No seguiré ninguna pauta, simplemente iré presentando los libros que hayan dejado algo interesante que resaltar desde mi punto de vista. Tampoco serán reseñas, nunca hice un análisis exhaustivo de mis lecturas. Mejor llamarle impresiones o recuerdos que, al final, es lo que queda.

 

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El mito de Sísifo – Albert Camus

No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía. Las demás, si el mundo tiene tres dimensiones, si el espíritu tiene nueve o doce categorías, vienen a continuación.

Pienso que el comienzo de un libro es fundamental. Si un libro en su primera o segunda página no me dice algo interesante y/o estimulador difícilmente siga la lectura con ánimo de acabarla. De ahí la interminable lista de libros empezados que tengo y que nunca acabaré.

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No es el caso (como se aprecia en las primeras líneas) de El mito de Sísifo de Albert Camus. Terminé su lectura hace unos meses y necesitaba recordarlo con cierta perspectiva para hablar de él. Es aquí donde el autor desarrolla su idea de «hombre absurdo» y reflexiona sobre la religión, el amor, el arte y, en definitiva, todas las razones por las que el hombre encuentra sentido en su vida. O no.

Un hombre que adquiere conciencia de lo absurdo queda ligado a ello para siempre. Un hombre sin esperanza y consciente de no tenerla no pertenece ya al porvenir. Esto es natural. Pero es natural también que haga esfuerzos por liberarse del universo que él mismo ha creado.

He leído ya varias obras de Camus hasta la fecha y es en El mito de Sísifo donde se retrata perfectamente esa filosofía que le caracteriza.

Alguien que desarrolla la idea de que «si el mundo fuese claro no existiría el arte» o «el pensamiento de un hombre es, ante todo, su nostalgia» me tiene ganada. Pero es que encima hace un guiño final a Kafka que corona el ensayo.

Desconozco si las condiciones de lectura pueden influir mucho en la experiencia de ésta. Yo leí este libro en un viaje durante horas de transporte público, aeropuertos y colas de espera. Será por eso que también le cojo un cariño especial a los buenos libros que me sorprenden durante el trayecto.

Pero junto con éste, hubo dos más (muy reputados por cierto) en ese mismo viaje. En concreto El coronel no tiene quién le escriba de Gabriel García Márquez y Demian de Hermann Hesse. No me gustaron especialmente, ni puedo compartir la idolatría que existe hacia ellos. Sin embargo, Camus me tuvo ensimismada con reflexiones y planteamientos sin el misticismo de Hesse ni el realismo mágico de Gabo.

¿Habéis leído este libro? ¿Os afectan las condiciones externas en la experiencia de lectura? ¿Qué obra es, para vosotros, la mejor de Albert Camus?

 

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INTENTA NO ASOCIAR PELO Y DOLOR

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Recuerdo mi infancia y las veces que lloré mientras me trenzaban la melena larga y tupida. Me acuerdo de que me ponían una bolsa de chocolatinas Smarties delante, la recompensa si aguantaba sentada a que me peinaran.

Y ¿para qué? Imagina si no hubiéramos perdido tantos sábados de infancia y adolescencia peinándonos. ¿Qué podríamos haber aprendido? ¿En qué podríamos habernos convertido? ¿Qué hacían los chicos los sábados?

Fragmento del libro «Querida Ijawele» de Chimamanda Ngozi Adichie

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El arpa dormida

Fue un 11 de febrero (1963) cuando Sylvia Plath preparó el desayuno a sus hijos antes de meter la cabeza en el horno para suicidarse con apenas 30 años.

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Una escritora que admiraba a Virginia Woolf “Siento que mi vida está unida a la suya de algún modo. Me encanta Woolf […]. Pero en el verano negro de 1953 yo sentí que estaba replicando su suicidio. Solo que yo sería incapaz de meterme en un río y ahogarme”.

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Estos versos son de su poemario Ariel, escrito durante los dos últimos meses de su vida y donde se puede apreciar la contrariedad de sus sentimientos.

“Morir es un arte, como cualquier otra cosa

 y yo lo sé hacer excepcionalmente bien,

tan bien, que parece un infierno,

tan bien, que parece de verdad.

Supongo que cabría hablar de vocación.”

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Recientemente se han publicado sus diarios en una edición muy atractiva, pero es con su obra más representativa «La campana de cristal» por donde quiero empezar a leerla, básicamente porque es su obra lo que Sylvia quería enseñar al mundo y no sus diarios, supongo.

¿No sentís que os entrometéis en la vida del autor cuando leéis los «Diarios de…»? ¿Habéis leído La campana de cristal? ¿Qué os pareció?

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BOOKTAG DE LOS HÁBITOS LECTORES

¿Tienes un lugar específico para leer en tu casa?

Puedo leer en casi cualquier sitio. En casa suelo hacerlo en el sofá o en la cama (muy original). Pero mi favorito, sin duda, la cama.

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¿Marcapáginas o una pieza de papel al azar? 

Ambas cosas y al azar siempre. Lo que encuentre más a mano. Sin preferencia.

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¿Puedes parar de leer o tienes que detenerte al terminar un capítulo o un determinado número de páginas?

Intento dejar un capítulo terminado. Pero si no es posible (generalmente porque me quede dormida), tampoco me preocupa… Ya retomaré en cuanto pueda volver a la lectura.

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¿Comes o bebes mientras lees?

SI. ¿Hay algo más placentero?

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¿Ves televisión o escuchas música mientras lees?

No. Silencio.

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¿Un libro a la vez o varios al mismo tiempo?

Soy bastante cambiante así que siempre tengo empezados varios libros y los alterno según me apetezca en cada momento.

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¿Leer en casa o en cualquier parte?

Cualquier parte. Libro en la mochila, por si las moscas.

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¿Leer en voz alta o en tu cabeza?

A veces me sorprendo leyendo en voz alta, pero eso suele ocurrir cuando tengo que releer algo que no he entendido a la primera. Normalmente leo en silencio.

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¿Alguna vez lees páginas adelantadas o te saltas algunas?

Nunca. No le veo la gracia.

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¿Romper el lomo o dejarlo como nuevo?

¿Eh?

¿Escribes en tus libros?

Sí, suelo anotar, subrayar y marcar. Me gusta hacerlo porque de un simple vistazo puedo localizar rápidamente mis impresiones. Intento, a ser posible, hacerlo a lápiz.

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La insoportable levedad del ser – Milan Kundera

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«¡Qué título tan potente el de este libro!» – Pensé la primera vez que oí hablar de él. Busqué un poco de información. Sinopsis:

Esta es una extraordinaria historia de amor, o sea de celos, de sexo, de traiciones, de muerte y también de las debilidades y paradojas de la vida cotidiana de dos parejas cuyos destinos se entrelazan irremediablemente. Guiado por la asombrosa capacidad de Milan Kundera de contar con cristalina claridad, el lector penetra fascinado en la trama compleja de actos y pensamientos que el autor va tejiendo con diabólica sabiduría en torno a sus personajes. Y el lector no puede sino terminar siendo el mismo personaje, cuando no todos a la vez. Y es que esta novela va dirigida al corazón, pero también a la cabeza del lector. En efecto, los celos de Teresa por Tomás, el terco amor de éste por ella opuesto a su irreflenable deseo de otras mujeres, el idealismo lírico y cursi de Franz, amante de Sabina, y la necesidad de ésta, amante también de Tomás, de perseguir incansable, una libertad que tan sólo la conduce a la insoportable levedad del ser, se convierten de simple anécdota en reflexión sobre problemas filosóficos que, afectan a cada uno directamente, cada día.

No me convenció. Me sonaba a Love actually. No me interesaba.

Vuelve a aparecer su título. Vuelvo a buscar la sinopsis y alguna opinión (tengo poca memoria). Nada, cuando recordé la comedia romántica lo descarté de nuevo.

Empiezo a leer comentarios de gente enamorada de su lectura. No me atrae a pesar de las buenas reseñas, incluso he llegado a leer que es un libro que cambia la vida.

Cabe mencionar que el título seguía y sigue impactándome, independientemente de mi opinión ahora. Así que la curiosidad mató al gato y me lo zampé.

Encontré en él muchos temas aparte de celos, sexo, infidelidad, amor, etc.  Es por ello que pienso que la sinopsis no refleja la esencia de la obra. En ella no se cuenta que se hablará también de movimientos políticos, religión, respeto a los animales, o la subjetividad entre otras cosas. Hay alguna reflexión destacable, como por ejemplo la del vértigo:

¿Qué es el vértigo? ¿El miedo a la caída? ¿Pero por qué también nos da vértigo en un mirador provisto de una valla segura? El vértigo es algo diferente del miedo a la caída. El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados.

No ha cambiado mi vida (hay libros que la cambian, pero este no es uno de ellos). Aún no se realmente qué me ha causado La insoportable levedad del ser aparte de un conflicto entre mis expectativas y la realidad. Mentiría si dijera que no me enganchó al principio pero se fue desinflando poco a poco ya que, a medida que avanzaba, me parecía filosofía barata. Yo nunca catalogaría esta obra como filosófica, como está catalogada (como si fuese yo alguien para catalogar).

En mi opinión ni la sinopsis hace honor al libro, ni el libro hace honor al título.

Ahora bien, al César lo que es del César. En la sexta parte llamada La Gran Marcha me pareció salir de la novela y meterme en una distopía que refleja los comportamientos humanos ante una situación extrema. Ese fragmento sí que me gustó bastante y, como veis, no tiene nada que ver con la presentación que se da del libro.

¿Qué os ha parecido a los que lo habéis leído?

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El libro es…

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Ilustración: Marco Palena

Tabla para el náufrago, escudo para el bueno y horca para el ruin, paraguas para el sol y la lluvia, capote de torero, ladrillo que hace paredes que hace casas que hace ciudades que hace mundos.

El libro es jardín que se puede llevar en el bolsillo, nave espacial que viaja en la mochila, arma para enfrentar las mejores batallas y afrentar a los peores enemigos, semilla de libertad, pañuelo para las lágrimas.

El libro es cama mullida y cama de clavos, el libro te obliga a pensar, a sonreír, a llorar, a enojarte ante lo injusto y aplaudir la venganza de los justos.

El libro es comida, techo, asiento, ropa que me arropa, boca que besa mi boca.

Lugar que contiene el universo.

Persona Normal, Benito Taibo

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Distender

Según la RAE: Aflojar, relajar o disminuir la tensión de algo.

Todos necesitamos en lo arduo de la rutina intercalar soplos de frescura. Aunque la rutina no sea tensa (para algunos más que para otros), siempre necesita de variaciones para que justamente no nos parezca eso, rutinaria. Aunque lo sea. 

¿Son estas variaciones distensoras tanto o más importantes que la rutina propiamente dicha? Sí, por supuesto. Como lo son admirar la naturaleza después de un día abrumador de trabajo o sin él, pasar un rato a la mesa con la familia compartiendo comida, vino, anécdotas y chistes o el silencio sin más.

Mi rutina lectora dista mucho de ser pesada. De hecho, es mi vía de escape por excelencia. Pero es curioso que, dentro de esta rutina, me sirva de variaciones, como el teatro y la poesía, para aportar esa frescura que necesito cuando hay libros que, o bien no me han terminado de convencer o justamente lo contrario, me han dejado tan sorprendida que no sepa a qué recurrir que esté a la altura (en este último caso, más que distender, necesito «olvidar» la impresión en un tiempo prudencial).

Y es aquí donde vengo a recomendar una obra de teatro de los hermanos Álvarez Quintero: El genio alegre. Dicha obra se empeña en recalcar lo importante que es para sobrellevar los días una actitud alegre y positiva, donde la risa sea siempre protagonista en lugar de pesadumbres, quejas u orden.

Es cómica sin caer en lo vulgar, arraigada a Andalucía y sus acentos, de carácter costumbrista sin entrar demasiado en crítica ni símbolismos, con pocos pero simpáticos personajes. Una obra para, al fin y al cabo, distender.

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Curiosidad: El compositor italiano Franco Vittadini le puso música convirtiéndola en la ópera Anima allegra.

P.D: El apunte inferior referente a los acentos en el reparto de los personajes muestra el hincapié que hacen los autores en su representación o lectura. ❤

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Les he puesto un piso a mis libros

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Desde hace unos pocos años les he puesto un piso a mis libros. Así de crudo.

Las personas que vienen de visita a este piso cubierto todo  él de estanterías donde yo mismo, naturalmente, cohabito con mi gato y con ellos, se quedan al principio un poco perplejas. Incluso las que se dedican profesionalmente a escribir.

La pregunta más corriente es: «¿Te los has leído todos?». ¡Qué impertinencia! ¿Les pregunto yo a mis amigos si se han sentado en todas las sillas y sofás y taburetes y tumbonas de sus casas de la ciudad y de la sierra?

El biblioerotismo, como todo amor de verdad, es una apuesta de futuro. Y yo, un vicioso prudente, he almacenado esta amplia galería de objetos amados pensando en la vejez. O en las vacas flacas.

Esas criaturas mudas pero en absoluto silenciosas que me acompañan día y noche son un cielo. Las tengo muy bien instaladas pese algún aprieto. Las limpio yo mismo, siempre que encuentro el tiempo, con un plumero específico. Las saco a respirar de su balda de vez en cuando, no todas las veces pasando cada una de sus páginas.

A la cama me llevo cada noche dos o tres ejemplares, aunque uno es siempre el favorito de la mesilla. Me duermo plácidamente arrullado por sus palabras. Y a la mañana siguiente me despierto, y allí siguen como una roca. No hay que prepararles el desayuno ni llevarlos al colegio.

Según a como está el metro cuadrado en mi zona, pagarle un piso al libro es un lujo. Un lujo prohibitivo que aún me permito en la vida.

Artículo de Molina Foix en el Suplemento Inmobilario de EL PAIS. (2008)

 

 

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Día de la biblioteca

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Cada 24 de octubre se conmemora el Día de la Biblioteca en recuerdo de la destrucción de la Biblioteca de Sarajevo, incendiada el 1992 durante el conflicto balcánico.

La iniciativa nació para hacer visible la importancia de la biblioteca como lugar de encuentro con la cultura, y como un instrumento de mejora de la formación y la convivencia humana.

El dato escalofriante es que, el hombre que ordenó disparar los proyectiles incendiarios, había sido un usuario habitual de la biblioteca. Un profesor universitario especializado en la obra de Shakespeare que, para más inri, en su actividad docente, era un total apasionado de las letras y, encima, creaba en sus alumnos curiosidad y amor por la literatura.

Al producirse la implosión de Yugoslavia, el profesor Koljevic, se convirtió en el número dos de la formación ultranacionalista serbia que dirigía Radovan Karadzic, un psiquiatra de Sarajevo (nacido en Montenegro) que también amaba los versos y acabó ordenando masacres. En 1992, Koljevic se convirtió en el intelectual de la fracción serbia que alentaba el cerco militar de la ciudad para forzar su rendición. Amaba la literatura, pero amaba aún más la idealización de la Gran Serbia.

Una vez más, me dan miedo los seres humanos.

¡Feliz día de la biblioteca lectores!

 

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